Profesora Acreditada por la International Enneagram Association

Reconozco que me llama aquello de lo que no se habla, lo que no se ha reevaluado, lo que se da por hecho. Me gusta desmontar todo eso desde una perspectiva más real, más honesta, más sencilla y amorosa. Es algo que habitualmente no aprendimos en casa y que nos toca aprender si queremos comportarnos de manera adulta.

Mi infancia digamos que fue especial. Con amor y caos en estructuras, todo a la vez. Así que muchas veces me sentí perdida, que no entendía nada, que no sabía poner límites, que si me ponía por delante era egoísta y mala, que no cumplía las expectativas familiares (de forma definitiva), que no controlaba nada, que los acontecimientos me superaban y arrastraban a lugares donde no quería estar y no me sentía yo misma.

Con 15 años llegaron a mí un par de libros donde hablaban de descubrirse a una misma, para mí fue un shock y una gran alegría. Concretamente fueron una balsa a la que agarrarme. Con poco más de veinte años empecé a estudiar con un Maestro del Cuarto Camino con el que estuve nueve años de mi vida. Años intensos en los que estudié también todo aquello que me ayudara a entender qué hacemos aquí desde un punto de vista profundo y espiritual.

Como profesora de Eneagrama disfruto compartiendo con otros un viaje hacia dentro que considero parte esencial de la VIDA. Mirarnos y atendernos es amarnos. Nos falta mucho amor a la vida y a nosotros mismos, algo que hemos normalizado tratando de sobrevivir en esta sociedad de “ipso facto” en la que estamos.

Dentro de todo este camino encontré una pareja estupenda con la que hemos ido (y seguimos) construyendo la vida que queremos (que va cambiando según lo hacemos nosotros). Compartimos nuestra vida con tres gatos que dominan nuestro hogar, lo llenan de amor y caos.

Estudié para ser terapeuta de pareja y sexóloga porque me sentía muy atraída por ambos temas. Me cambió del todo y encontré una nueva pasión. Desde entonces estoy convencida de que si no integramos que somos seres sexuales no podemos conectar con una fuerza de vida que nos hace plantarnos en el mundo y permitirnos ser. Empecé a darme cuenta de ello el ejercer desde hace muchos años como terapeuta de obsidiana. Cada mujer de mi consulta me confirmaba esta idea y la necesidad de profundizar en ella. Cómo se lo agradezco a cada una de ellas.

Compartir con parejas en consulta es una oportunidad de hacer cambios rápidos, prácticos y profundos. Me siento honrada de poder acompañaros a descubrir vuestro interior y veros mutuamente.

Conocer las estructuras que nos han dado nuestros padres y cómo afectan a nuestra visión de la vida, revisar nuestras creencias, atrevernos a ser más es algo que solo podemos hacer con la ayuda de otra persona. Agradezco a todos mis maestros, terapeutas, clientes y alumnos que me han hecho revisar todo eso en mi vida una y otra vez (y ahí sigo).

Después de todo este tiempo sigo descubriendo verdades que me cambian. Una que es central en mi trayectoria es que crecemos juntos. Somos en relación. La relación con las personas que nos criaron marca las relaciones de pareja, amistad o laborales que tendremos en la vida. Si estas últimas no funcionan ¡hay que ir al origen!

Descubrir quién eres de verdad, y por qué tu vida es como es, es la aventura más apasionante, dolorosa y tremenda del mundo. Con todo es la más necesaria para tener una buena vida, una vida saludable donde puedas sentirte bien. Para conseguirlo te comparto todo lo aprendido tanto en la consulta como en mis cursos, donde intento ser muy clara, sencilla y práctica para que a ti te lleve mucho menos tiempo que a mí el tener buenas relaciones con tu madre, tu padre, tu pareja y, especialmente, contigo.