Las mujeres quieren sexo (que les guste)

¿Cuántas veces has dicho que no a tu postre favorito, a acariciar a un cachorrito o a un viaje a un lugar de ensueño? Lo normal es decir un sí rotundo a aquello que nos encanta.
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Raquel Rús
Sexóloga, terapeuta de pareja y Profesora Acreditada por la International Enneagram Association. Autora del libro "Comunicación consciente".

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Cuando las mujeres decimos que no a tener una relación sexual por qué el imaginario colectivo deduce qué:

  • Las mujeres tienen biológicamente menos deseo que los hombres.
  • Las mujeres no dan importancia a los orgasmos, lo que quieren es conectar con la pareja.
  • Las mujeres no disfrutan del sexo tanto como ellos.

¡No es así!

Lo que sí es cierto son dos cosas:

  • Las mujeres tenemos una sexualidad diferente que la sociedad no tiene en cuenta, ignora o minimiza su importancia.
  • Las mujeres no queremos tener malas experiencias, frustración, rabia, o tristeza por estar con alguien que no entiende cómo nos sentimos, que es egoísta de manera insana o le importa poco nuestro placer.

Es de lógica.

No es que a las mujeres nos guste menos el sexo, es que el sexo que hay en muchos casos es aburrido, egocéntrico, mecánico… y, normal, eso no atrae. De hecho es algo sano rechazarlo.

En un estudio sobre sexo casual uno de los hombres en su entrevista dijo:

—“Es un rollo, me importa una mierda si la mujer tiene un orgasmo”.

Algo que daría explicación a la razón por la cual las mujeres pueden tener más reticencias a tener sexo de una noche. Esa y ser consideradas: putas, ligeras de cascos, demasiado abiertas, o directamente unas guarras. Hemos de entender que ambas cosas tienen bastante peso. Por tanto las mujeres, no es que huyan del sexo casual, es que desean ser respetadas y tenidas en cuenta en él y, como eso es estadísticamente difícil, sencillamente lo evitan más.

En 2017 se realizó otro estudio que mostraba que el 75% de las mujeres no experimentan orgasmos en sus relaciones sexuales, frente al 28% de los hombres. Algo que han venido a corroborar muchas investigaciones en distintas partes del mundo (con ligeras variaciones en los porcentajes). Es lo que se llama “la brecha orgásmica”.

Los hombres han sido socializados para poner sus necesidades por encima de las de otras personas, las mujeres para ser abnegadas, agradables y empáticas.

De ahí que esa brecha orgásmica ocurra en un porcentaje diez veces mayor entre parejas heterosexuales que entre las homosexuales. Dicho de otra manera, las mujeres que tienen relaciones sexuales con otras mujeres tienen muchos más orgasmos que las que tienen sexo con hombres.

Teniendo en cuenta que su anatomía y biología no difiere tendríamos por lógica que aceptar que el problema no es “las mujeres son así”.

En la Universidad de Michigan la psicóloga Sara McClelland hizo una investigación donde se vio la tendencia de las jóvenes a medir su satisfacción sexual según lo satisfecha que quedara su pareja. Si entre las universitarias eso ya empieza así, después de años de malas experiencias en la cama ¿en serio alguien cree que no las van a evitar? ¡Es de lógica!

¿Cuál es la solución a este problema social? Educarnos. Llamar a tu sexóloga de confianza y pedirle cita, conseguir la educación sexual que te debieron dar en tu infancia a los treinta, los cincuenta o los setenta años ¡nunca es tarde para empezar a disfrutar! (y entender por qué has disfrutado tan poco en tu vida sin juzgarte ni sentirte culpable).

Sólo así las mujeres tendremos menos mal sexo consensuado y más buen sexo deseado.

Así dejaremos de permitir que nadie diga cosas tan absurdas como que nos gusta menos el sexo, que no damos tanta importancia al placer o que tenemos menos deseo.

A las mujeres nos gusta el sexo donde se nos tiene en cuenta, se nos respeta, se da importancia a lo que queremos, se tiene en consideración nuestra anatomía y biología, se nos pregunta y tenemos voz.

Y esto no sólo depende de los hombres, es nuestra responsabilidad colocarnos en nuestro lugar, conocernos, ser sanamente egoístas, empoderarnos y compartir lo aprendido con nuestra pareja.

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